Saturday, June 10, 2006


La imagen es ante todo una construcción, una estructura incidental sobre la cual se extiende una proyección tanto de aquellos datos perceptivos inmediatos captados por el ojo, tanto como aquello que forma parte de nuestra experiencia y conocimiento perceptivo. Pero también es una proyección de nuestra intención sobre el objeto mismo.

De esta manera el acto de mirar, nunca es un acto inocente, siempre conlleva una implicación de nuestra voluntad sobre el mundo: Nuestros conocimientos, la forma en que interpretamos la existencia de los objetos, la carga emotiva que este pueda tener, así como todos los elementos a los que este connota dentro de nuestra experiencia particular son parte inherente a nuestra propia percepción del objeto mismo.

Las imágenes como evidencia de nuestra propia forma de ver y entender al mundo se construyen de esta forma sobre la base de una mirada mediatizada tecnológicamente. Es decir, una imagen, como abstracción y concepto que se convierte en imagen como materia contenida sobre un soporte material.

Así el entramado hermenéutico de las imágenes se cierra sobre dos nuevas capas ya sumadas a la percepción y el pensamiento. Esto es el propio metalenguaje del soporte de la imagen, tanto como la naturaleza mediática del mismo.

No debe extrañarnos por lo tanto la instrumentación de una gran cantidad de tecnologías alrededor de la mirada con el objetivo de extender sus capacidades apuntando su vista tanto a un micro universo, como a un macro universo, como símbolo del propio dominio y supremacía del ser humano sobre el universo. Pero también una mirada extendida hacia el propio ser humano como objeto de la mirada.

El voyeurismo de esta mirada tecnológica que observa al hombre en su vida cotidiana, penetrando de manera alienante sobre el poco espacio de intimidad que resulta de la experiencia social, forman una paradoja frente al hombre que cada vez mas repliega su experiencia personal hacia la imagen mediatizada del mundo masivos del espectáculo y la simulación de los noticiarios en un entrecruzamiento sin salida.

Hay que entender que esta mirada cobra su fuerza de su propio carácter tecnológico, al apoyarse en este para cargar de una falsa objetividad y cientificismo a su concepción del sujeto observado, desde la disciplina del conocimiento que hace uso de esta para su estudio y comprensión.

De esta manera la mirada como instrumento ordenador del mundo al ser extendida de manera tecnológica adquiere un nuevo papel exacerbado en una sociedad que rinde culto a la imagen y a la simulación, denotando en todo momento aquello que transgrede, el espectro de la normalidad y transformando el acto de mirar en un acto de vigilar: la nueva y mas efectiva forma de coerción de todas las sociedades contemporáneas.

En este espectro, el arte debe jugar un papel anticoercitivo, y de extrañamiento, teniendo como principal materia de acción la propia imagen, haciendo un uso critico tanto de las capacidades tecnológicas y mediáticas de esta, causando hendiduras que permitan interrogar sobre la propia naturaleza de las imágenes y la acción de la mirada sobre el mundo, pero mas aun sobre las construcciones sobre las que apoyamos nuestra.