Thursday, March 27, 2008


¿Y si la vejez no llega en forma de pregunta?, sino solo como algo inevitable ¿y si nuestros esfuerzos por mantenernos jóvenes en vez de ofrecer un espectáculo de algo cool como nosotros nos queremos ver, cada vez mas ofrecen un espectáculo decadente y algo triste?. Yo no quiero envejecer y sin embargo pasa. Pero lo que si quiero es madurar... No quiero ser un adulto para tener un empleo fijo, pagar cuentas e impuestos, recoger a los niños de la escuela, tener un hogar y un automóvil. Pero tampoco quiero vivir una vida de indefinición y evasión de mis propias necesidades. Quiero la madurez necesaria para decir "este soy yo" y estos son mis actos" y la madurez para encontrar algo mas profundo y duradero que un mundo superficial que se me ofrece en cada esquina.

Tuesday, March 18, 2008

Las particulas elementales


"en ese espacio al que tanto temen, los seres humanos aprenden a vivir y a morir; en medio de su espacio mental surgen la separación, el alejamiento y el sufrimiento. Sobre esto hay muy poco que decir: el amante oye la llamada de su amada a través de océanos y montañas; a través de océanos y montañas, la madre oye la llamada de su hijo. El amor Une, y une para siempre. La practica del bien es una unión, la practica del mal una desunión. El otro nombre del mal es separación; y aún hay otro mas, mentira. Solo existe un entrelazamiento magnífico, reciproco e inmenso"

Michel Houellebecq

Hace unos días alguien me preguntaba porque en nuestra generación había un sentimiento generalizado de alienación y en ese momento la pregunta no calo tan dentro de mí. Recién termino de leer el libro “las partículas elementales” de Michel Houellebecq y esta pregunta regresa a mi como una avalancha.

Vivimos en tiempos en que pareciera que todo el mundo esta conectado; tiempos en los que el Internet nos permite acercarnos y charlar con personas de todo el mundo y sin embargo la paradoja es nuestra dificultad creciente para amar y entablar vínculos de empatía entre nosotros. Una realización distopica de los ideales del amor libre, nos han conducido a una disociación del placer con el amor y por lo tanto a una renuncia a la búsqueda del verdadero amor en pos del placer, mucho más fácil de encontrar y satisfacer. La imagen que sitentiza nuestra forma actual de ver el amor es un comercial de condones donde una pareja sale de una discoteca apresurada por llegar a un apartamento donde tener sexo. La entrega y la vulnerabilidad emocional se traducen dentro de este nuevo paradigma en una serie de transacciones económicas, donde finalmente se nos dice que quien mas gasta es quien mas ama. Y donde toda relación esta rodeada de cierto pragmatismo económico, profesional o social.

En el pasado las comunidades, desde las familias hasta los pueblos, se formaban por la reiteración de rituales cotidianos donde se acentuaba la importancia de cada miembro dentro de ese todo que era la comunidad. En la actualidad un individualismo voraz e impulsado por un pensamiento pragmático y económico, nos hace perder todo vínculo afectivo con los lugares donde vivimos, con la gente que nos rodea y sobre todo con la gente que amamos. Todo debe ser nuevo, todo debe ser emocionante, todo debe ser acelerado y eufóricamente divertido; pero sobretodo, todo debe ser vació de significado alguno para que nos facilite la transición hacia la siguiente experiencia y hacia un nuevo consumo.

Así toda relación con el otro se evade del compromiso emocional, en pos de un hedonismo que evade todo el tiempo el dolor o la vulnerabilidad que pueden provocar las heridas. Pero que sin embargo nos incapacita para valorar a aquellas personas que realmente sienten empatía con nosotros y a quien realmente les importamos, abandonándonos a una soledad que todo el tiempo busca aminorarse con un poco de placer haciendo de esto un tremendo circulo vicioso.

En el fondo una explotación de nuestro tremendo miedo a envejecer y a morir, acentuado por un culto cada vez mas remarcado hacia la juventud del cual ahora nuestra generación es victima y que ha provocado un fuerte consumo cultural que no hace sino acentuar nuestra melancolía por nuestra cada vez mas alejada juventud. No solo queremos vivir, vernos y sentirnos como eternos adolescentes, sino que rehusamos ese pasó hacia la madurez que significa el tomar la responsabilidad de nuestras acciones; lo que lleva a un prolongado estadio en la disociación de nuestra persona con su realidad. En otras palabras una indefinición de nuestra individualidad, o de forma mas correcta una definición de nuestra individualidad a través de nuestro consumo y no de nuestras acciones.

En pocas palabras, estamos solos y alienados, porque actuamos, sentimos y pensamos como si estuviéramos solos, marcados por un egoísmo y un individualismo que no persigue sino el llenar con consumo y pragmatismo el vació existencial dejado por nuestra incapacidad para entablar compromisos, aceptar responsabilidades y amar.