
En estos últimos días he pensado mucho en términos de cuales son los valores que rigen mi vida. Creo que a pesar del racionalismo que siempre me caracteriza en el fondo de este siempre existe una voluntad de validar un idealismo que se encuentra dentro de mi. Por eso he llegado a la conclusión de que aquellas cosas que más valoro son aquellas que no logro entender, y que por lo mismo, por las cuales siempre he sentido un gran respeto y he llegado a considerar como una clase de milagros. Para mi estos tres valores son la vida, el amor y el arte en ese orden.
Cuando me refiero a la vida, no me refiero únicamente a mi propia vida, sino a la vida como este gran milagro que anima la materia, que es tan irremplazable en cada una de sus manifestaciones que se vuelve totalmente invaluable. Tal vez es en ese sentido que no logro justificar ningún tipo de muerte sin importar la causa que se esgrima para ello, sea cual sea la ideología que defienda.
Creo que en esta misma línea también soy una persona demasiado idealista en cuanto al amor. Siempre he pensado en el amor como una clase de entrega donde el bienestar de un otro puede llegar a importar más que el de uno mismo y donde la confrontación entre dos realidades y dos historias de vida pueden llegar a encontrar un equilibrio por una pasión que es más fuerte que cualquier tipo de racionalismo.