Sin embargo ahora tengo una certeza, y ésta es que el conocimiento no conlleva ningún tipo de iluminación o acercamiento a la verdad, y menos aun un camino a la felicidad. El conocimiento es como un gran túnel el cual invita al iniciado en sus misterios a seguir adentrándose, seducido por la luz que parece brillar al final del camino. Se piensa que la salida se encuentra cerca dado que hay una intensa luz que se alcanza a ver a la distancia, sin embargo, conforme el tiempo pasa uno se da cuenta que sin importar cuanto se avance uno jamás llega al otro extremo, que la luz sigue estando a la misma distancia que cuando se empezó a avanzar, y que en el momento de darse cuenta, se ha avanzado tanto que resulta imposible tomar el camino contrario y emprender al regreso.
Pienso pues que en estos días, si existe algún tipo de ética sobre lo que un hombre sabe en relación con lo que dice, se debe optar por el silencio. Sin embargo estos no son tiempos de ética, y la palabra siempre la toman a la menor oportunidad aquellos que están deseosos de obtener poder para sí, así que se vuelve inevitable el hablar, aun cuando existan tantas dudas interiores que le impulsan a uno a no hacerlo.