Sunday, August 30, 2009


He de confesar que mi relación con el arte es una clase de amor/odio. En el fondo se trata de una clase de decepción causada por tantas promesas rotas y tantas expectativas no cumplidas. El proyecto de lo artístico lanzado por las vanguardias y retomado por el arte de los sesentas de unir el arte y la vida, y sobretodo de crear un arte capaz de transformar y revolucionar nuestra realidad se ha quedado incumplido o se ha cumplido de maneras distópicas en la mayoría de los casos.

Esto no quiere decir que no siga creyendo en el arte, porque en el fondo estoy seguro, porque lo he visto, que el arte es una de las cosas más hermosas de este mundo cuando este logra cumplir sus obejtivos. Pero de la misma manera en que tantas veces me he visto asombrado, muchas otras me he visto decepcionado frente a otra faceta del arte que se ha convertido en pasarela, en negocio, en fuente de futuros proyectos comerciales y en la cual muchos artistas no encuentran otra cosa que una fuente para inflar sus tremendos egos.

Sobre la amistad


Creo que como individuos estamos construidos a partir de la historia, es decir, que cuando nos preguntamos quienes somos nosotros mismos nos contamos un relato que explica como es que Yo soy el mismo que era ayer y como es que una sucesión de acontecimientos me han llevado a ser quien soy.

Es dentro de este relato donde para mi se funda la amistad: en nuestra capacidad de entablar una relación empatica con el relato del otro; de encontrar correlatos a nuestras propias narraciones, y de encontrar similitudes en relato de este otro que es nuestro amigo.

Pero mas aun Creo que la amistad justamente se basa en una cierta alianza fundada en una identidad mutua, percibida como un espejo del relato, donde los amigos se repiten una y otra vez el como es que han construido ese relato juntos. O en otras palabras, construir una amistad es construir en común una historia.

na amistad es construir en común una historia.

Tuesday, June 16, 2009

Nostalgia


Mientras la vida se aferra al presente, al estar viviendo, al seguir creando, al estar siendo; la memoria se forja en un pasado que de igual manera se mantiene vivo, recreándose y tomando un nuevo sentido con cada nuevo recuerdo que se le va sumando. Es el recuerdo la tela con la que se va tejiendo nuestra existencia y la cual recubre nuestras vivencias. Una dialéctica entre la memoria y le experiencia que nos resignifica y nos transforma en cada instante, creando un relato al que llamamos vida que tiene como objetivo darle un sentido a nuestros actos.
En otras palabras todo el tiempo estamos reelaborando y construyendo este relato, la historia de nuestras propias existencias, aquella que nos hace ser uno mismo con aquel que fuimos y aquel que dejamos de ser. Un relato llamado vida cuya búsqueda es la pertenecía y la identidad.
Buscamos ser uno mismo, pertenecer. Pertenecernos a nosotros, pertenecer a nuestras vidas, pertenecer a nuestro pasado y sentirnos en contacto con aquello que fue y que es importante para nosotros. Pero sobre todo contarnos a nosotros mismo lo que hemos sido y tratar de convencernos de que hemos crecido, de que hemos hecho lo correcto, de que nuestras decisiones han tomado un sentido y nos acercan con el lugar en donde queremos estar.
Es la voluntad extendida a través del tiempo y el espacio, es la voluntad que antecede y evade el accidente.
Así pues la experiencia siempre busca su reflejo en el pasado: un capitulo anterior de nuestro relato que le de un marco donde significarse y tomar su sentido. De la misma manera este relato vivo se reconstruye con el presente, buscando darle coherencia aquello que talvez jamás sea del todo coherente.
Es justo aquí, en la falta de coherencia que a veces surge en el relato donde despierta la nostalgia: Cuando la voluntad nos lleva en más de un camino. Cuando nos aleja de nuestra pertenencia. Cuando la grieta entre quien fuimos y quienes somos es tan grande que el relato no logra cerrar los espacios. Cuando una palabra despierta una vivencia que el relato había excluido.