Monday, April 10, 2006


Acabo de experimentar la belleza absoluta de escuchar a Bang On a Can en concierto, una belleza que casi me arranca lagrimas y con esto me doy cuenta del poder catártico del arte, del poder que tiene para trasformar la realidad en algo mas, de la capacidad que tiene para incitarnos a un mas allá de nosotros mismos.

Yo me considero un afanoso buscador de un arte discursivamente fuerte, que cree bastante en los principios políticos, así como los marcos interpretativos que brindan las teorías actuales del arte. Pero al mismo tiempo pienso que existe una Sobreinterpretación del arte que vuelve su propia búsqueda por una coherencia conceptual en algo que raya o en el ridículo y la incoherencia vacía de discursos, como respuesta por parte de los artistas. Los discursos llenos de auto referencias a la historia del arte, comentarios metalingüísticos, y demás obscurantismos que solo se brindan al obsesivo hermeneuta, parecen recluir a gran parte de la producción actual en una versión bizarra del ideal modernista del "arte por el arte" , que nos dice "el arte por la fama". Pareciese entonces que el arte es aquello que se ofrece como impenetrable a los ojos del interprete, que en su miedo a la vergüenza de admitir el sin sentido reinante en este nuevo arte tan conceptual que raya en la abstracción pura, su ultimo remedio es caer en la retórica vacía que nada nos dice sobre lo que tenemos frente a nuestros ojos en realidad. Esto ya sin considerar los intereses que puede mover a tantos críticos y curadores a glorificar o destruir la obra de algún artista.

Y es que frente a todo es el proceso lógico de un arte que ontológicamente surge de la separación del principio objetual de su existencia. Si el arte es solo idea y representación, la búsqueda por un arte cada vez mas conceptual nos llevara a soluciones mas abstractas únicamente planteada en términos de estructura. Estructuras que solo son adivinables dentro de la mente del artista y que como espectador se nos ofrecen como frías, vacías e impenetrables.

Yo creo en un arte no objetual y separado de principio únicamente formales, pero lo cierto es que la contemporaneidad también a creado sus propios estilemas totalmente identificables e imitables, cosa tan cierta que ha permitido que el arte contemporáneo ya no sea trasgresor en ningún sentido, sino que se encuentre como algo chic en la actualidad.

Creo que si existe una respuesta a todo esto, esta en repensar esta conceptualidad no solo en términos de una posición anacrónicamente aristotélica entre forma y contenido, entre cuerpo y alma. Sino mas bien (y regresando a aquello que inspiro todo esto) tratar de forma incluyente la parte intelectual con la parte visceral de la obra de arte, entendiendo la conceptualización de la obra no como abstracción del discurso, sino como la creación de estrategias de mediatización del mismo. Estrategias que son incluyentes tanto en ámbitos intelectuales, como en ámbitos perceptivos y que apelan tanto al pensar como al experimentar cosas nuevas.

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