Sunday, May 28, 2006

Política de la violencia


El hablar de una política de la violencia es hablar de la existencia de una serie de normas que aparecen para regular la violencia a partir del reconocimiento de una violencia estructurada dentro, por y para el funcionamiento de un estado.

Desde las teorías marxistas y sobre todo el post marxismo tipificado por Gramsci y Weber, se habla del monopolio de la violencia como uno de las características del estado moderno. Es decir que el estado es de hecho quien posee el derecho de ejercer la violencia sobre aquellos a quienes gobierna, así como de nombrar los tipos de violencia que son tolerados y permitidos por el propio estado. Así por ejemplo todo estado posee una serie de mecanismos no solo para la regulación de la violencia a través de aparatos de justicia, sino para la aplicación de esta como medida coercitiva, como son los cuerpos policíacos y militares.

A esta visión del estado represor se oponen teorías como las de Foucault quien impone a estas teorías una lógica de regulación económica, sobre la idea de que todo acción violenta por parte de un estado genera un tipo de resistencia que aunque no siempre de la misma magnitud, crea conflictos que para cualquier estado es mejor evitar.

De esta oposición entre las teorías modernas y contemporáneas podemos deducir un replanteamiento déla misma concepción de violencia estructural. Si bien es cierto que existe en todo estado una serie de aparatos, regulaciones y cuerpos encargados de la violencia, también debemos admitir que el uso de la fuerza excesiva por parte de la mayoría de los estados es algo que se presenta en raras ocasiones en la mayoría de los estados modernos. Y que en aquellos estados donde se presenta de forma común también debe de observarse la aparición de formas de resistencia como son guerrillas y revueltas civiles.

Aquí el punto no esta de ninguna manera en legitimar el uso de la violencia estructural de los estados, sino todo lo contrario, en orden de erradicarla el poder observar la evolución de esta hacia mecanismos mucho mas sofisticados, y hacia lo que es propiamente una política de la violencia.

Ahora de que hablo específicamente cuando hablo de esta “sofisticación” en la violencia.

En principio aquí se habla de un estado que ha logrado una estetización y un uso regulado de la violencia a través de los medios de comunicación y de las propias instituciones del estado. Así por ejemplo vemos desde finales de los años 40 una escalada en las representaciones de violencia en la televisión y el cine de la mano de la evolución de todo tipo de tecnologías que permiten al estado la vigilancia permanente de sus ciudadanos, como medida preventiva de la misma.

No es difícil pensar que toda esta serie de programas televisivos sobre crímenes reales y persecuciones tienen al final una moraleja donde se nos dice que el estado es capaz de mantener controlado y vigilado. En esta misma línea cabe pensar en que la censura siempre ha permitido la violencia siempre y cuando tenga un “uso justificado”. Es decir siempre y cuando esta sea castigada por las fuerzas de la moral y la justicia que se ejecutan ya sea con la misma o mayor violencia desde la representación del estado del orden en el héroe en turno. No debe extrañarnos pues que en los estados que más se precian de su grado de civilización y conocimiento exista un grado tan alto de representaciones de violencia como medios de catarsis y legitimación social de la misma.

En esta línea es donde toman relevancia la evolución de las tecnologías de la información y de vigilancia como medidas para economizar el uso de la violencia, haciendo tacita la existencia de estas tecnologías como medidas intimidatorios.

Así pues la ley económica regula la violencia potencial de una población a través de la dosificación de esta a través de los medios, mientras que ella mantiene un monopolio en el uso de esta. Monopolio que no solo es aceptado por la mayoría de la población, sino al cual es seducido a tomar parte a través de la identificación de uno mismo dentro de esta sistema a través de los aparatos que promueven la existencia de una violencia instrumentada desde el estado como legitima.

En pocas palabras todo el truco del estado, y el sentido de una política de la violencia, esta en mantenernos convencidos de que existe una violencia legitima y dentro de la norma y que existe una violencia fuera de la norma. Por decirlo así, lo que se espera de nosotros al ser expuestos a toda irradiación excesiva de violencia es que hagamos una legitimación de una violencia interior para en un segundo término legitimar el monopolio de la violencia por parte del estado para regularla. Es decir que primero se nos incita a pensar en la violencia como parte inherente de la naturaleza humana, para luego decírsenos que no somos capaces de mantener un autocontrol sobre esta para finalmente aceptar la violencia del estado como aparato regulador de la misma.

Por ultimo cabe decir que la existencia de una “política de la violencia” no solo implica la instrumentación y legitimación de los aparatos coercitivos del estado, sino la legitimación de todo tipo de políticas que violentan a diferentes grupos sociales como son el racismo, el clasismo, el elitismo, el sexismo, etc. que de la misma forma que ya se ha descrito anteriormente contiene sus propios aparatos ideológicos para mantener una hegemonía cultural que legitime el estado actual de las cosas como normal y hasta deseable. Sea ejemplo de esto la presencia mediática de los minorías raciales como loas afro americanos y latinos en la televisión americana, donde la representación de estos como personas naturalmente inclinadas hacia la violencia, siempre presentadas fuera de su contexto cultural inmediato, intentan justificar todo tipo de medidas represivas y coercitivas aplicadas por el estado hacia ellos.

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